Caza de superioridad aérea, el MiG-29 fue la réplica
soviética a los F/A-18 Hornet estadounidenses. Con su peso medio, su doble
motor, facilidad de maniobra, flexibilidad en el ataque y una letal combinación
de agilidad y fortaleza, el MiG-29 cumplía todos los requisitos para
convertirse en un avión de combate clásico, de excelente rendimiento a grandes altitudes
y a velocidades de vértigo.
El MiG-29 fue uno de los productos más ambiciosos de la
compañía rusa Mikoyan, responsable de más de una veintena de cazas para los
países del bloque soviético. No obstante, su nacimiento tuvo lugar en el clímax
de la Guerra Fría, entre las décadas sesenta y setenta, con Vietnam como campo
de pruebas para el pulso Oriente-Occidente.
Por entonces, Estados Unidos hacía gala de modelos de última
tecnología como el F-15 Eagle, el F-16 Fighting Falcon o el ya citado Hornet. Para
no quedarse atrás en la contienda, la Unión Soviética requería un caza moderno,
veloz, maniobrable y con alta capacidad destructiva.
El número 29 de Mikoyan disponía de siete puntos de anclaje
con capacidad para el transporte de múltiples proyectiles de hasta 3.500 kg de peso. Su
configuración armamentística era óptima tanto para el combate cerrado como para
alcanzar objetivos de largo alcance. Además de bombas y cohetes, podía albergar
hasta seis misiles, dos de larga distancia y cuatro de corta.
Su denominación OTAN es Fulcrum y muchos lo consideran el mejor avión de caza de su época.
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