De luces y sombras está plagada la biografía de Howard
Hughes (1905-1976), uno de los hombres más ricos y controvertidos de su tiempo.
Su destreza empresarial lo aupó a la gloria, mientras que sus excentricidades,
fruto de trastornos psicológicos, le situaron de por vida en el foco de los
rumores.
Nacido en el seno de una acaudalada familia de magnates tejanos,
Howard Hughes se aficionó desde niño a la ingeniería. Contaba solo 18 años
cuando heredó la prodigiosa fortuna de sus padres. El joven Hughes se reveló
como un hábil empresario. Demostró además una gran curiosidad por asuntos tan
dispares como el cine y la aeronáutica. A todas estas pasiones se entregó con energía
y logró siempre dejar una marca imborrable.
En 1932 fundó Hughes Aircraft, empresa aeronáutica de la que
surgieron modelos tan revolucionarios como el veloz Hughes H-1 Racer o el
titánico H-4 Hercules. Como aviador, Howard Hughes batió diversos récords
mundiales. A bordo del H-1 alcanzaría en 1935 los 566 km/h de velocidad.
Poco más de un año después enlazaría Los Ángeles y Nueva
York en menos de siete horas y media, sin escalas. En 1938 daría la vuelta al
mundo en unas vertiginosas 91 horas. En estos, los años dorados de su vida, Howard
Hughes no dejaría de atesorar premios, entre ellos la prestigiosa Medalla de
Oro del Congreso, por su contribución a las ciencias de la aviación.
Las últimas décadas de vida del magnate estarían teñidas por
la polémica, los escándalos y los devastadores estragos de su enfermedad
mental, pero sus logros aeronáuticos permanecen inscritos con letras de oro en
la historia de la aviación.
Parte de la vida de este particular personaje puede verse en la película de 2004 “El Aviador”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario