La gran pasión del parisino Henri Farman (1874-1958) era la
pintura. Pero no tardó en abandonar sus estudios en la prestigiosa Escuela de
Bellas Artes de la capital francesa para entregarse a su otra afición, el deporte.
Como ciclista, Farman lograría excelentes marcas en torneos de renombre, entre
ellos, el París-Viena. Después, como piloto automovilístico, competiría nada
menos que para Renault.
Para una naturaleza tan inquieta como la de este hijo de
adinerados corresponsales británicos no podían pasar desapercibidos los avances
de la época en aeronáutica. En 1907 Henri Farman adquirió su primer aeroplano.
Desde entonces, ninguna otra afición ensombrecería su entusiasmo por la
aviación.
Consagrado en cuerpo y alma a volar, Farman encadenaría
varios récords históricos en los siguientes años. Fue él quien realizó con
éxito el primer vuelo en circuito cerrado de 1 km y, posteriormente, de 2 km . También fue el pionero
en recorrer la distancia que separaba dos ciudades. Después, se lanzaría a la
conquista de grandes distancias, enlazando Londres y Manchester. Ganó numerosos
premios internacionales, como el Daily Mail o el Deutsch Aehdeacon. Culminaría
su vitrina el nombramiento de caballero de la Legión de Honor en 1919.
La frenética actividad como piloto de Henri Farman se vería
complementada con su trabajo como constructor de aeronaves. Entre sus mayores
logros figura el primer avión de pasajeros larga distancia, el Goliath (1917),
así como su contribución al ejército aéreo de su país en la Primera Guerra
Mundial con diversos bombarderos.